Nostalgia parisina

30 julio 2014


Ya queda poco para mis vacaciones, y aunque esta vez ya tengo que coger un avión para llegar a mi destino, Tenerife, aún tengo mono de salir de España. Ha sido después de leer el post de París de Una estudiante por el mundo y el de Otra mirada cuando he decidido escribir un post para recordar esa ciudad francesa a la que debo una visita en condiciones.


En 2008 tuve mi primer contacto con París, y 3 años después volví por allí. Ambas veces ha sido visita organizada por una banda de música para dar un concierto en Disneyland, por lo que las horas que pude dedicar a pasear por la ciudad del amor han sido más bien escasas a pesar de las dos visitas. Ahora, en mis ratos de ojeadora de viajes, veo los buenos precios que hay y pienso lo relativamente fácil que puede ser volver allí y ver todo aquello que me falta…


Tengo ganas de poder perderme sin prisa en el barrio latino, conocer el Louvre por dentro y no solo las típicas fotos con la pirámide de cristal. Tengo ganas de comer un crepe de un puesto callejero, de tomar el sol o la lluvia a los pies de la Torre Eiffel. De que me persigan los vendedores ambulantes en el ascenso al Sagrado Corazón, de que me odien porque no voy a comprarles nada. De seguir fotografiando a mi pequeño osito parisino con más monumentos grandiosos. A lo mejor, depende de cómo esté mi bolsillo, me haré un retrato en el barrio de los pintores. Quiero visitar la Ópera y soñar que voy a actuar allí algún día. Tal vez buscar a Cuasimodo en la torre de Notre Dame, a la que por cierto tampoco he subido aún. Pasear por la noche en el barco que recorre el Sena, y pasar frío aunque sea agosto, navegando por sus aguas. Contemplar París desde lo alto de la Torre Eiffel después de haber esperado 3 horas de cola sin haberme importado porque, como recordaréis, no llevo prisa. Llenar las tarjetas de memoria de la cámara con miles y miles de fotos que vea dentro de unos años y sigan sorprendiéndome como si fueran nuevas.


En definitiva… Tengo ganas de París.





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El Chorro de Valdesotos o cómo bañarse en el fin del mundo

23 julio 2014

¡Hola viajeros! ¿Qué tal? Seguro que con este calor achicharrante estáis en la piscina, en la playa o, en su defecto, dándoos una ducha fresquita. Yo os traigo para hoy un relato de mi última excusión, bastante refrescante pero también un poco desesperante. ¿Me acompañáis? Hoy os llevo a El Chorro de Valdesotos (Guadalajara)

Resulta que el otro día mi novio y yo decidimos pasar el día por ahí. Como a él le gusta mucho llevarme a sitios-sorpresa, mis únicas indicaciones para ese día eran: calzado cómo para conducir hasta su casa y luego chanclas de piscina. O eso entendí yo… El caso es que tiramos Torrelaguna p'arriba y llegó un momento donde el GPS no indicó bien, total, que nos pasamos la salida. Pero no pasaba nada, o al menos eso nos quería dar a entender el malicioso cacharro, porque nos metió por un camino de tierra que bueno, no estaba mal. ¡Estaba fatal! Yo no era partidaria de seguir por ahí, pero mi novio dijo que era un poco de camino y que en seguida nos sacaba de ahí el GPS. A mí me dio igual, porque como no era mi coche el que iba por ahí… Jejejeje.


El camino avanzaba y eso no acababa. Es más, a cada paso empeoraba y los pedruscos eran más grandes. Tenéis que haceros una idea: un camino de tierra donde solo cabía un coche, lleno de piedras, con un 407 por ahí metidos (¡que no era un todoterreno!)… Eso iba de mal en peor. Al final me tocó bajarme del coche e indicar por dónde debíamos pasar el coche para que no acabara siendo un montón de chatarra. ¿El resultado? Yo muerta de calor, andando delante del coche y espantando bichos asquerosos. Por fin salimos del camino y miramos el resultado del coche: un millón de arañazos surcando el lado derecho :( Al menos no se había caído ninguna pieza.


Seguimos la excursión, hasta ahora un tanto accidentada. Llegamos a Valdesotos, un precioso pueblo de pizarra donde tienes que aparcar a la entrada porque si no te multan. Dimos una vuelta pero ni rastro de la piscina natural (El Chorro) donde íbamos. Pasamos al bar del pueblo y nos dijeron que estaba a 1km andando. ¡1 kilómetro! No es nada, pero tened en cuenta lo que había caminado ya delante del coche y que iba con unas chanclas de piscina. Qué sufrimiento… Otra vez a caminar por sitios terregosos llenos de avispas, saltamontes y a saber qué otros bichos. Se me hizo eterno.



Por suerte, cuando llegamos al deseado Chorro de Valdesotos, estaba prácticamente vacío y pudimos bañarnos a nuestro antojo. Era un sitio precioso, con un agua cristalina donde se veían pececillos nadando (a mí eso me da un poco de repelús y me costó horrores meterme jejejeje). El agua estaba fresquita, pero mis pies lo agradecieron después de todo. Llevamos comida y ahí nos dispusimos a descansar después de una dura mañana. A pesar de todo lo que os he contado, os recomiendo ir al Chorro de Valdesotos, que está en Guadalajara y no en el fin del mundo como titulo el post. Antes de acabar, me voy a permitir daros algunos consejos:
  1. No os saltéis el dichoso camino para ir a Valdesotos. Os dejo un post de un blog que se llama Rutas y viaje que he encontrado con fotos de la entrada a la carretera, que yo no tengo 
  2. Id preparados con bocadillos y agua, porque una vez que lleguéis al Chorro no os apetecerá volver para comer o merendar, os lo aseguro.
  3. No hay cobertura en el pueblo, así que avisad a vuestra familia de dónde vais para que se queden tranquilos.
  4. Aprovechad la falta de cobertura para dejar el móvil a un lado y disfrutad de un estupendo día sin tecnología :)



Y así acabo mi post veraniego, escaso de fotos pero esperando que os haya sido de utilidad. ¿Conocíais este paisaje alcarreño? ¿Os ha pasado algo parecido con otro lugar o con este? ¡Contadme viajeros! ¡Hasta la próxima!

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Turégano, vega de las torres

11 julio 2014

7 de julio de 2014. Amanecía soleado en Madrid, y yo, con toda mi ignorancia, me ponía mi pantalón corto y mi camiseta de tirantes. Bueno, me llevaré una camiseta de manga larga también, por si acaso, pensaba. Ingenua de mí. Cuando llegué a Turégano, en Segovia, me arrepentí de no haber ido vestida de invierno. ¡Vaya frío! El cielo estaba totalmente cubierto y el aire soplaba fresco, así que como era la hora de nuestro redesayuno (veáse “Un día de excursión: así me organizo”) pasamos a un bar de la Plaza Mayor a tomar un café a temperatura magma volcánico.
  


Con la tripita caliente ya se veía todo de otra forma. Desenfundamos las cámaras de fotos y ¡al lío! Empezamos por la Plaza Mayor, donde nos encontrábamos. Salvo que era el sitio donde todo el mundo aparcaba (yo incluida), la plaza me gustó mucho.

Estaba llena de soportales, que a mí me gustan mucho y me parece que le confieren un aspecto muy pintoresco a las plazas, y desde allí teníamos magníficas vistas al castillo. El Ayuntamiento está en la Plaza Mayor, donde además de celebrarse mercadillo los sábados, se convierte en plaza de toros cuando llegan las fiestas.



Detrás del Ayuntamiento hay una callecita que me gustó mucho, desde la que también se divisaba el castillo de Turégano. Por allí pasaba el arroyo de Mulas (si San Google no se equivoca) y tenías un agradable paseo a la orilla del arroyo.

El siguiente punto de interés turístico que queríamos ver era el castillo. Ya había visto en internet que por ser lunes estaría cerrado, pero aún así se podía ver por fuera. Me pareció muy bonito, bien conservado pero no con ese punto de restauración que tienen algunos castillos que los hacen parecer casi decorados. A lo largo de la subida tienes una serie de carteles que te van contando un poco la historia del castillo, lo que hace que sea muy amena. Aún así, es una subida muy pequeña.



Para que os situéis un poco y conozcáis algo más de esta fortaleza, os contaré que la estructura que vemos hoy en día es del siglo XV, pero que el castillo tiene raíces celtibéricas. Además de castillo, ha tenido la función de iglesia y prisión, y en él se ha hospedado, entre otros personajes, Fernando el Católico.

No os aburriré más con la historia. Al acabar de recorrer el perímetro del castillo, bajamos al pueblo y fuimos hacia la iglesia. La Iglesia de Santiago data del siglo XII, está al lado de la Plaza Mayor (en la Plaza Santiago, donde está también el pilón), y solo la pude ver por fuera porque estaba cerrada.



Después de esto dimos por finalizada la visita y pusimos rumbo a Pedraza. Turégano lo descubrí gracias a un libro que cogí en la biblioteca donde venía una ruta de castillos. Así que próximamente trataré de conocer más de estos pueblos y hablaros de ellos aquí en el blog :) Por cierto, que el título del post no es por capricho. Es que el nombre del pueblo tiene origen en las palabras “Turrem Vegan”, que significan “vega de las torres”, ¿lo sabías?


 ¡Hasta pronto viajeros!


Si quieres conocer más pueblos de este entorno, puedes visitar estos postamigos:

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Junio en imágenes

04 julio 2014

¡Buenos días!

Como estamos a principios de mes, ya sabéis lo que toca: os dejo la sección "en imágenes" con las correspondientes al mes de junio de 2014. No ha sido un mes muy fotográfico, la verdad... Pero no podían faltar imágenes de la Feria del Libro de Madrid o de la coronación de Felipito, que la vi cómodamente desde casa pero que había que inmortalizar. 

Os deseo un estupendo mes de julio y a los que os vais por ahí, ¡que lo disfrutéis! :) ¡Saludos viajeros!

















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